Escrito por: Quique Peinado Balian Buschbaum sigue siendo una celebridad en Ulm, la ciudad alemana donde nació, pero sus tiempos de gloria deportiva y de escándalo mundial cuando anunció que dejaba el deporte para cambiar de sexo (dejaba de ser Yvonne, medalla de bronce en el Europeo de 2002 en salto con pértiga, y pasaba a ser Balian) pasaron. Ahora es un hombre anónimo que dejó su puesto en el Ejército y empieza a ganarse la vida como entrenador.
En su blog personal, Buschbaum narra su nueva vida, dentro del cuerpo que siempre quiso tener. A comienzos de este año culminó su proceso de hormonación y se sometió a una operación de reasignación de sexo para ser un hombre, una identidad que antes sólo estaba en su cabeza y su corazón. Se puso como nombre Balian, el personaje que interpreta Orlando Bloom en "El Reino de los Cielos", dejó su trabajo en la división de deportistas del Ejército Alemán y se fue al paro, a buscar.
El deporte activo quedó atrás, y es lógico: llevaba cuatro años trabajando para ir a los Juegos Olímpicos de Pekín pero renunció a todo para operarse, presa como estaba en el cuerpo equivocado durante 27 largos años. así de fuerte era su sentimiento, y ni se plantea volver. Ahora es feliz. Está empezando su carrera como entrenador (ayudó a su ex técnico en el Europeo de Clubes que se celebró en Portugal el pasado mes de mayo) y aparece esporádicamente en los medios de comunicación alemanes.
En sus declaraciones, destila el disfrute del día a día con su nueva identidad. No se esconde ni lo pretende. Sigue trabajando en organizaciones caritativas, como siempre (acaba de ayudar a que se construyera una casa para niños huérfanos en Ulm), y hace una vida normal. Casi un año después de anunciar al mundo que lo dejaba todo, vive lejos de las cámaras y de la privilegiada vida de un deportista, pero feliz. Ahora es Balian, y los tiempos de Yvonne quedan en el olvido...
La historia de los 800 metros está repleta de grandes nombres. De Alberto Juantorena a Sebastian Coe y Wilson Kipketer, pasando por Yuri Borzakovski o, más lejano en el tiempo, pero aún en la memoria de los más aficionados, Peter Snell. Pero escasean los récords. Las plusmarcas de la prueba en la que se encuentran velocistas y mediofondistas, que conjuga explosividad y estrategia casi a partes iguales, duran años, tantos que a veces parecen irrompibles, y apenas se les arañan unas décimas de segundo, a veces solo centésimas. Ayer fue uno de esos raros días. El keniano David Rudisha completó la prueba en 1m 41,09s y dejó para los libros de historia el récord del gran Kipketer, que duraba ya 13 años. Miles de aficionados presenciaron el histórico momento en el estadio de Berlín.
Tampoco fue una sorpresa. Se esperaba que este joven de 21 años, hijo de medallista olímpico, campeón mundial júnior en 2006, tercera mejor marca de la historia hasta ayer, explotara antes. Pero las lesiones, que le apartaron de los Juegos Olímpicos de Pekín, y la falta de pericia que le dejó sin la final en los Mundiales de 2009 en ese mismo estadio de Berlín, jugaron en su contra.
Ayer salió al tartán con Sammy Tangui, su liebre y compañero de entrenamientos, a su lado. Aguantó el ritmo endiablado de este -48,68s en la primera vuelta, tres centésimas menos que Tangui- y apretó en los últimos 200 metros, marca de la casa, para completar la segunda vuelta en 52,41s y rebajar, aunque solo fuera por dos centésimas, la plusmarca de Kipketer.
Porque Rudisha, como Juantorena, es uno de esos ochocentistas que empezaron en la velocidad. Al contrario que Coe o Snell, maestros también del medio fondo puro, de los 1.500 metros. Aunque en sus inicios tonteó con el decatlón, Rudisha se decantó pronto por los 400, como su padre, Daniel, plata olímpica con el relevo keniano de esta distancia en México 1968. Pero, cuando llegó a San Patricio, la escuela católica en la que se cuecen desde hace décadas algunos de los mayores talentos del atletismo keniano, el hermanoO'Connell le convenció de que lo suyo eran las dos vueltas, los 800. Y ahí sigue.
Hay otro rasgo que le une a Bolt. Su precocidad. Frente a Coe, que logró su récord mundial en 1981, cuando estaba a punto de cumplir los 25 años, y Kipketer, que hizo el suyo a los 27, Rudisha ha adelantado el reloj. Y no ha hecho más que empezar. "Este era mi primer intento de batir el récord del mundo", aseguró el atleta a la agencia Reuters tras la carrera; "sabía que me encontraba bien y me he entrenado muy duro. Ahora que he logrado esta marca puedo decir que tengo la capacidad de mejorarla, de ir más rápido".
Su plusmarca, que acaba con el segundo récord individual masculino más antiguo de las pistas -sobrevive el de 400 metros vallas- permite soñar con un nuevo rey de la distancia, alguien que ayude a olvidar a Kipketer, retirado hace ya un lustro. Aunque para ello deberá sumar algún título grande a su hazaña.
Poco después de la plusmarca de Rudisha, Arturo Casado, campeón de Europa, reapareció con su mejor marca personal en los 1.500 metros (3m 32,70s), aunque solo pudo ser cuarto en una carrera dominada por los africanos y en la que se impuso el keniano Kiplagat (3m 30,61s).
El masai David Rudisha convirtió ayer en historia a Wilson Kipketer, nacido también en Kenia, pero danés de nacionalidad. Y es que Rudisha, un chaval de sólo 21 años, corrió los 800 metros de la reunión de Berlín en un tiempo de 1:41.09, dos centésimas más rápido que el hasta ayer plusmarquista mundial. Han tenido que pasar trece años y dos días para enterrar el registro de Wilson.
Lo de ayer en el Estadio Olímpico berlinés fue una especie de revancha de Rudisha sobre sí mismo. En los Mundiales de hace un año, en la misma pista, partía como favorito, pero sufrió un descalabro monumental al quedarse no sólo fuera del podio, sino de la final. Ayer, el estadio en el que se celebraron los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 pasó, para él, de ser maldito a sagrado.
Antes de la prueba Rudisha le había encargado a su liebre, el también keniano Sammy Tangui, que pasase por los primeros 400 metros en menos de 49 segundos. Obediente, Tangui pasó en 48.65, con Rudisha unos pocos metros tras él. Luego tomó el mando y por los 600 iba ya destacado (1:14.54). Su cabalgada en solitario le llevó al récord mundial.
Un récord anunciado, porque el masai había corrido este mismo año en 1:41.51, lo que colocaba como segundo mejor ochocentista del ránking mundial. Ya es el primero.
"El año pasado hacía mal tiempo y no me clasifiqué para la final. Por eso no quería ni hablar de batir hoy el récord, antes de la carrera, pero hoy sabía que era mi día", comentó.
Semenya, que ganó con una marca de 1:59.90, comentó que cuando se vio primera en la recta final le vinieron recuerdos de la final mundialista.
"Estaba un poco decepcionada con mis resultados de este año, pero ahora estoy contenta al ver que estoy progresando. Mi próxima competición será Bruselas, el 27 de agosto, y después los Juegos de la Commonwealth".
Casado sólo se tuvo que dar por vencido ante los africanos: el keniano Silas Kiplagat (3:30.61), el etíope Mekonnen Grebremehdin (3:31.57), y el también keniano Augustine Kiprono Choge (3:31.81).
Rudischa hizo un tiempo de 1:41:09, bajando en dos centésimas el registro que detentaba Wilson Kipketer.
Rudisha había sido presentado como uno de los grandes atractivos de la reunión de Berlín a la que llegó con la segunda mejor marca de todos los tiempos, 1:41.51.
El keniano David Rudischa batió el récord mundial de los 800 metros al correr la distancia en la reunión de Berlín en 1:41:09, bajando en dos centésimas el registro que detentaba Wilson Kipketer.
Rudischa dominó la carrera de punta a punta sacando una clara ventaja a sus competidores y tuvo que correr los últimos trescientos metros prácticamente en solitario.
Rudisha había sido presentado como uno de los grandes atractivos de la reunión de Berlín a la que llegó con la segunda mejor marca de todos los tiempos (1:41.51) y se había dicho que, si continuaba su progresión, era de esperar que tarde o temprano terminaría rompiendo el récord de Kipketer.
No obstante, nadie se había atrevido a pronosticar que eso iba a ocurrir justamente en Berlín, en una reunión que tiene que volver a encontrarse a sí misma después de que, al quedarse fuera de la Liga de Diamante, ya no forma parte de la serie más importante del atletismo mundial.
El también keniano Sammy Tangui hizo el trabajo de liebre y completó la primera vuelta en 48.65, para dejar luego a Rudisha sólo ante su objetivo y con sus perseguidores viéndole la espalda desde una distancia casi astronómica.
Rudisha pasó los 600 metors en 1:14,54 y era claro que ya no estaba corriendo contra los otros atletas que estaban en Berlín sino en una especie de duelo virtual con los más grandes de la historia.
Al final, Rudisha le sacó más de tres segundos a su más inmediato perseguidor, su compatriota Boaz Kiplagat Lalang.
Rudisha es el único atleta en activo que ha bajado de la barrera mágica de los 1:42 y antes de él sólo lo habían logrado Kipketer y el legendario Sebastian Coe, hoy presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Ahora la pregunta es si Rudischa no podrá al final ir más lejor y romper incluso la barrera de los 1:41. Considerando que se trata de un atleta que todavía no ha cumplido los 22 años -los cumple el 17 de diciembre de este año- las posibilidades de que lo consiga son bastante grandes.
Hellebaut, de 32 años, declaró hoy que tiene "buenas sensaciones" desde la concentración de preparación que realizó en la isla de Tenerife, en la que sufrió una leve rotura muscular que se ha cerrado "antes de lo previsto", según informó la agencia Belga.
Campeona de Europa
Hellebaut, que ya ganó el Campeonato de Europa 2006, dijo que su objetivo para Madrid es limitado, ya que de momento sólo buscará su calificación para el europeo de Barcelona, que exige una marca de 1,90 metros, y allí "saltar lo más alto posible".
La atleta por ahora no se marca objetivos concretos para Barcelona, ya que aún no sabe cuáles serán sus rivales: "los entrenamientos van bien, ya veremos qué dan de sí", señala.