Dolores Checa celebra su victoria en los 5.000 metros.
Tres días antes del Campeonato de Europa por equipos, la foto del  atletismo español era la de Digna Luz Murillo entrenándose a escondidas  de la federación con Manuel Pascua. O el regreso de la Operación Galgo  (o como cree alguno de los implicados, después de la tempestad llega la  calma).
Afortunadamente, el regreso del lado más oscuro del atletismo español  se quedó allí, en esa foto (y Murillo, que había viajado a Estocolmo  con la selección, se volvió el viernes sin competir).
La foto del  atletismo español ayer era, sobre todas, la de Dolores Checa, la nueva  reina del mediofondo español (olviden, pues, a Marta Domínguez),  levantando los brazos después de ganar de manera espectacular, a la  africana (corriendo en solitario desde el tercer kilómetro, doblando a  cuatro competidoras), la prueba de 5.000 metros. La victoria, ante  algunas rivales tan correosas como la rusa Zadorozhnaya, la británica  Clitheroe o la alemana Mockenhaupt, confirma el momento dulce de forma  de la valenciana, quien hace unos días se acercó a dos segundos del  récord de España de la distancia.
La victoria de Checa, la única  conseguida por el contingente femenino del equipo, la cuarta del equipo  español el fin de semana (el sábado ganaron Olmedo y España), fue uno de  los puntos fuertes de una actuación que colocó a España en el séptimo  puesto (de 12), la mejor clasificación de nunca. Si hubiera habido, como  en tiempos, clasificación separada, los chicos habrían terminado  quintos y las mujeres décimas.
"Séptimos y por delante de Italia,  por primera vez", valoró el presidente de la federación, José María  Odriozola, a Efe. Ganó Rusia, por delante de Alemania, Ucrania, Reino  Unido, Francia y Polonia. Los otros atletas destacados ayer fueron Juan  Carlos Higuero, ganador de los 3.000 metros, Frank Casañas, segundo en  disco, y Ruth Beitia y Jackson Quiñónez, terceros en altura y 110  vallas.
El triunfo en los 3.000 (cayó el portugués Rui Silva por  fin) tuvo valor especial para Higuero, quien se perdió el verano pasado  los Europeos de Barcelona por lesión y a quien su última salida, el 10  de junio en Turín, saldada con 3m 40s en los 1.500, había dejado tocado  anímicamente en una temporada en la que ha visto el fuerte asentamiento  de Manuel Olmedo en la distancia y en la que el actual campeón de  Europa, Arturo Casado, está lesionado.
La ironía del destino  quiere que tanto a Checa como Higuero los entrene Antonio Serrano, un  técnico manchego que en cierta forma representa lo que podría llamarse  el movimiento anti-Pascua, o, dicho de otra forma, el futuro del  atletismo español.
Serrano, que no viajó a Estocolmo, tampoco  quiere que se le vea como el anti-Pascua, aunque habría motivos más que  sobrados para ello, pues todo parece enfrentarlos, como refleja su toma  de postura, y la de sus atletas, entre los más activos a la hora de  manifestar su compromiso en la lucha contra el dopaje. "Soy diferente",  dice. "Soy diferente en muchas cosas. Por ejemplo, a Pascua la  federación le pasaba los atletas que debía entrenar, y yo elijo a los  míos, y luego, una diferencia más profunda es que yo quiero sacar de  cada atleta lo mejor de sí mismo. Si uno vale 3m 38s en los 1.500,  intento que siempre esté cerca de su tope, no intento que baje a 3m 30s,  con todo lo que eso significa. Yo no meto a todos en el mismo saco".

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