
Haile Gebrselassie
Carlos R. Galindo
Los límites del ser humano son de goma o, sencillamente  no existen? Este pasado mes de agosto, bajo el cálido cielo pekinés, un atleta  jamaicano –de nombre Usain Bolt– sorprendió a la humanidad al batir los récords  mundiales de 100, 200 y 4x100 metros. Los Juegos Olímpicos encumbraron a un  nuevo héroe del tartán. Todavía no había transcurrido un mes de ese prodigioso  acontecimiento cuando este pasado domingo un pequeño atleta etíope de 1,63  metros de estatura y casi famélico, de 53 kilos –Haile Gebrselassie– desbarató  la plusmarca universal de maratón que el mismo poseía al correr en Berlín en un  tiempo de 2h:03.59. El corredor de la eterna sonrisa, a sus 35 años, estableció  el récord número 25 de su carrera deportiva. Gebrselassie no le arrebató la  plusmarca a nadie porque la anterior también le pertenecía a él (2h:04.26)  conseguida en ese mismo escenario el año pasado.
Su biografía se parece  mucho a la de cualquier atleta africano, lo que agiganta su leyenda. Como la  mayoría de niños de su país empezó a correr yendo al colegio, que se encontraba  a unos diez kilómetros de su casa, situada muy cerca del cielo, en Bekoji, la  zona alta y húmeda del segundo país más pobre del mundo, Etiopía. Por esa razón  aún hoy se puede apreciar como el movimiento de su brazo izquierdo no es igual  al del derecho. Eso se debe a que todavía corre como si llevara los libros bajo  el brazo.
En su país, es un héroe nacional. En Berlín, donde ha  establecido los dos últimos récords mundiales de maratón, es un ídolo. Su  entrada en al aeropuerto de la ciudad se produjo de forma calurosa. Insólito por  tratarse de un negro. Otro en sus mismas circunstancias hubiera sufrido un  interrogatoria inquisitorial; inhumano. Cuando Haile entregó el pasaporte al  policia que se encontraba al otro lado del cristal, el agente le reconoció y se  deshizo en elogios. Casi se le saltaron las lágrimas... Le confesó admirado que  él también iba a correr la maratón de Berlín. Le pidió un autógrafo, casi le  abrazó...
Una nube de gente se arremolinó en torno al pequeño Haile.  Todos querían tocarle, saludarle... Fue ese mismo efecto que el domingo se  registró en las calles berlinesas, cuando más de un millón de personas se  desgañitaron aclamando al ídolo, al mejor corredor de la historia, al atleta de  los récords imposibles, al primer hombre en romper la barrera de las 2 horas y  cuatro minutos...
Su paso por el atletismo está jalonado de éxitos. En  los 10.000 metros fue dos veces campeón olímpico y cuatro veces, del mundo.  Además, había ostentado la plusmarca mundial de los 5.000 y de los 10.000  metros. Por eso, cuando el pequeño atleta nacido en Arssi –el séptimo de diez  hermanos– decidió dar un giro radical a su carrera deportiva y enfocar sus pasos  hacia la maratón a nadie le extraño.
Era el desenlace natural. Los  jovenes venían apretando fuerte por detrás y a él ya se le quedaba corta la  pista. Un compatriota suyo, Kenenisa Bekele, ya le había enseñado los dientes.  El futuro le correspondía a él. Haile tenía que pensar en el asfalto. En las  carreras en ruta. El problema venía dado por su peculiar forma de correr. En el  tartán lo hacía de puntillas. Volaba sin apenas pisar la pista, pero los  terroríficos 42,195 kilómetros le obligaban a cambiar porque, de lo contrario,  se hubiera lesionado de gravedad. Al principio, intentó seguir corriendo de  puntillas pero acabó por adaptarse.
Al margen de sus éxitos deportivos,  el factor humano de Haile Gebrselassie traspasa fronteras. La gente le quiere,  le admira... Jamás desaparece de su rostro una eterna sonrisa, su disposición  para atender a los medios informativos es permanente y jamás ha tenido un  problema con un periodista. La leyenda urbana dice de él que nunca ha negado un  autógrafo a un aficionado o a un niño, algo que hace de él alguien muy especial  en el firmamento de las estrellas intocables.
Su filosofia se resume en  estas palabras: “Nelson Mandela fue paciente y sufrió en la cárcel. La maratón  es algo parecido...”. El pequeño etíope mantiene una estrecha relación con el ex  dirigente sudafricano. Se comunican casi a diario y la admiración es mutua.
De hecho, cuando deje el atletismo, quiere dedicarse al mundo de la  política. No en vano Haile es uno de los personajes más influyentes de Africa.  Da trabajo a 400 personas y construye colegios para los niños más desfavorecidos  de su país, además de apoyar campañas contra el Sida. Por su cordialidad, recibe  al apodo de ‘Dalai Lama’. 
... Y ahora, a por las medallas
Haile Gebrselassie quiere ganar la medalla de oro el año próximo en los  Campeonatos del Mundo que se disputarán en Berlín. Preguntado por los Juegos  Olímpicos, no descarta prolongar su carrera deportiva hasta Londres 2012. “Mamo  Wolde ganó en los Juegos de México con 40 años. ¿Por qué no puedo hacerlo yo con  39...?”, explicó. No quiso correr la maratón de Pekín por la contaminación.
ENLACES:
No hay comentarios:
Publicar un comentario