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En Alicante, al sur de Valencia, se entrena desde este invierno Teddy  Tamgho, un francés muy bueno, aunque va de malo, que ayer, en Aubière,  batió el récord mundial de triple salto en pista cubierta: 17,91 metros,  siete centímetros menos que su marca al aire libre. Un registro que  hace pensar que dentro de dos semanas, en los Campeonatos de Europa, que  se disputarán en París, Tamgho, al que entrena el fenómeno cubano Iván  Pedroso, se convertirá en el tercer atleta en entrar en el exclusivo  club de los 18 metros, junto a Jonathan Edwards y Kenny Harrison.
En Castellón, al norte de Valencia, vive, estudia segundo de  bachillerato y salta Vicente Docavo, 19 años recién cumplidos, quien  ayer, para proclamarse campeón de España en pista cubierta, saltó 16,61  metros (su anterior plusmarca: 15,95m). Un triple salto que emocionó a  viejos saltadores y técnicos, como Ramón Cid o Juan Carlos Álvarez. Un  salto que hizo pensar a los viejos aficionados que, pese a las cautelas  hijas de la experiencia -si no se lesiona, si no se pasa a la longitud  como aquel gran triplista Yago Lamela...-, por fin, ya está aquí, entre  nosotros, un español de 17 metros. Un salto que, en fin, unido al asalto  al poder y al asentamiento de otros jóvenes como el alicantino Eusebio  Cáceres o los andaluces Luis Alberto Marco, Kevin López, Borja Vivas y  Manuel Olmedo, a la aparición del pertiguista barcelonés Didac Salas (17  años), a la recuperación del saltador de altura valenciano Miguel Ángel  Sancho (20 años), convirtió los Campeonatos de España, en Valencia, en  los de la renovación. O los de la esperanza. Los del triunfo de la  periferia, del talento natural, del trabajo de entrenadores apasionados.
Aunque  son jóvenes, Vivas (20,18 metros en peso), Marco (vencedor del 800 ante  su amigo Kevin López) u Olmedo (ganador del 1.500) podrían pasar por  veteranísimos al lado de los saltarines de la Comunidad Valenciana, que  llevan consigo el gen de la irreverencia muy bien aliado al de la  calidad. Sancho ya había dado el salto hace dos años (tenía solo 18)  cuando se elevó a 2,27 metros. Ayer, sus 2,18 metros supusieron el fin a  un año de recuperación de una lesión: hace solo 10 días habría firmado  saltar 2,10. Cáceres lo había hecho en los Europeos de Barcelona (8,27  metros) y el sábado lo confirmó con 8,08 metros, conseguidos bajo el  influjo tanto del Mediterráneo como de Tamgho y Pedroso, a los que a  veces visita para inspirarse, para hablar de lo que le gusta.
De  Docavo, que, podría decirse, resumió en sus 16,61 metros tanto el  influjo mediterráneo como el de Tamgho (el líder mundial del triple) y  el de Pedroso (Cid: "Parece cubano saltando. Lo pintas de negro y es  cubano total, un saltón natural), en cambio, apenas se sabía  nada. Su triple, estilo simultáneo, o ruso, como resalta Álvarez, aparte  de descubrir a los aficionados a un genio introvertido, callado, de  enorme potencial, también sirve para descubrir a Claudio Veneziano: el  podio se lo disputaron atletas muy jóvenes del técnico italiano que  trabaja en el Colegio Diputación y en el club Playas de Castellón. "Un  salto, el de Docavo, que demuestra", dice Cid, técnico y triplista de  16,69 metros al aire libre, "que en España hay talento atlético en todas  partes, que de lo que se trata es de algo de dinero y de muchas ganas  para crear escuelas como la de Castellón, una escuela de atletismo  bestial...".

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