Foto: Jordi Socías (http://www.elpais.com)
No nos oye llegar. Está de espaldas frente al ventanal. Es mediodía, la  luz entra a chorro y su figura se recorta contra el azul intenso del mar  al otro lado del cristal. Un claroscuro perfecto: los pelos de punta,  las orejas despegadas, la espalda recta, la diestra arañando un folio  con un bolígrafo. La viva imagen de la introspección. José Luis Sampedro  no es un hombre de acción. Al menos en sentido estricto. El  pensamiento, la reflexión y la contemplación han sido a la vez su  alimento y su legado. A sus 94 años, sordo y aquejado, que no quejoso,  de diversos males de su edad, escribe todos los días. Así, a mano, con  el papel apoyado sobre una tabla, compuso el prólogo del célebre Indignaos -de Stéphane Hessel y un capítulo de Reacciona, los ensayos que han espoleado el Movimiento 15-M.
Nos encontramos en su apartamento alquilado en la misma arena de la playa de Mijas (Málaga) días antes de que los indignados tomaran  la Puerta del Sol. Se le veía frágil. Un gigante de metro noventa todo  piel y huesos y ojos transparentes clavándose en los del prójimo. Un  místico. Pero un místico lúcido. Y enamorado. Su esposa, la escritora  Olga Lucas, 30 años menor, le sostiene en todos los sentidos. Ella es  sus oídos, sus ojos y sus antenas. Pero el que piensa -y el que actúa  pensando- es él. Juntos firman Cuarteto para un solista (Plaza y  Janés), la "novela de ideas o ensayo novelado" que publica ahora y que  constituye su testamento intelectual. Quisimos verle de nuevo para saber  cómo saludaba, por fin, la reacción de los jóvenes. No fue posible. El  celo de Olga le protege del mundo. Quizá de más. Pero gracias a ella  está vivo, o eso dice él...

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