Foto gentileza de: Francisco Bonilla (http://www.elpais.com)
A veces, un paso atrás es revolucionario, y no hace falta ser Lenin para proclamarlo.
También lo anunció Emilio Campra, quien hace casi 40 años, en 1972,  dio a conocer al mundo del atletismo una técnica de lanzamiento de peso  nueva, que consistía precisamente en eso, en que el lanzador diera un  paso atrás en su estrecho círculo antes de proceder al lanzamiento. Fue  tan revolucionario el avance que nadie en España le hizo caso y solo  ahora, 39 años después del Congreso Mundial de Atletismo en que lo dio a  conocer Campra a sus pares, ha sido reivindicado. Y no por atletas  españoles, sino por lanzadoras de países que, podría decirse, siempre  han marcado el camino en asuntos de técnica. Una alemana, Petra Lammert,  ganó el Europeo de Turín en pista cubierta usando la técnica Campra. Y  hace un mes, en el Europeo de París, una rusa, Anna Avdeeva, la imitaba  con el mismo estilo.
"La gente conoce mal mi técnica y los  españoles la han dejado caer en el olvido. Las autoridades deportivas no  la han difundido. Me prometieron que harían un estudio biomecánico para  demostrar su validez y... ni eso", dice Campra, que el 14 de abril  cumplirá 89 años y que sigue viviendo en Almería, donde el Ayuntamiento  ya ha bautizado una calle con su nombre y de donde no se ha movido en  toda su vida: "Solo me ha faltado poder entrenar a un atleta de 20  metros para que todo el mundo la hubiera copiado".
Ese es  precisamente uno de los misterios. ¿Cómo han sabido los lanzadores que  ahora la usan, incluido el joven decatleta estadounidense Ashton Eaton,  una de las estrellas mundiales, del estilo Campra?
"En Estados  Unidos podían conocerlo porque Art Venegas mostró mucha curiosidad por  su técnica cuando estuvo en un congreso en Barcelona en 1990", dice  Antonio Orta, otro técnico de atletismo almeriense que reivindica la  figura de Campra. Art Venegas no es cualquier cosa. Es el entrenador de  Randy Barnes, aún, desde 1990, plusmarquista mundial (23,12 metros) y  uno de los dos únicos lanzadores de la historia que han pasado de los 23  metros. Aunque Barnes -no se puede olvidar que dio dos veces positivo  por anabolizantes- utilizaba la técnica giratoria y con ella ganó los  Juegos de Atlanta 1996, Venegas se enamoró del estilo Campra en  Barcelona. "Obligó a Emilio a dar una lección magistral y él mismo  declaró que había acudido a Barcelona a enseñar, pero que, al final,  terminó aprendiendo algo más", recuerda Orta; "pero a las alemanas y las  rusas seguramente les ha llegado porque una rusa afincada en Almería  usó esta técnica en los Europeos de Madrid en 2005 y yo vi cómo la  filmaban".
"Tuve la intuición 10 años antes de darlo a conocer. Me  guié por la revolución finlandesa en el lanzamiento de jabalina, el  cambio de peso de un pie a otro", dice Campra; "vi que el estilo lineal  era como lanzar a la pata coja y que el mío es más equilibrado. Antes de  sacar mi estilo y antes incluso de que se popularizara en Estados  Unidos, ya probé con un lanzador de disco a hacer el estilo circular,  pero ese estilo no es puro. El mío, el del paso atrás, es un recurso  100% técnico y eficaz".
Campra, autodidacta, fue buceador, campeón  de España de piragüismo y atleta de mediofondo (bajó de 2 minutos en  los 800 metros) antes que técnico, pero una enfermedad mal curada con  penicilina le obligó a colgar los clavos. En 1950, cuando el italiano  Gianni Mova puso en marcha la Escuela de Entrenadores, Campra se sacó el  título y se convirtió en figura primordial del balbuceante atletismo  español de entonces, un atletismo, como una sociedad, la española de los  años sesenta, en la que el ingenio y la invención eran básicos para la  supervivencia.
"Se me abrían las carnes viendo a Manolo Martínez,  que no pudo pasar de 21,5 metros. Con mi estilo habría cogido medio  metro más y llegado a los 22", dice Campra. "A veces, para animar los  entrenamientos, Manolo usa la técnica Campra", dice su entrenador,  Charly Burón, "pero nunca ha competido con ella. Y, sin embargo, creo  que es más razonable, más real..."
A Campra solo le queda luchar  por la memoria. Para que la gente, cuando la vea en acción, recuerde que  nació de la intuición revolucionaria de un entrenador de Almería. Para  que no sea inevitable que acabe extendiéndose el nombre con el que ya  han bautizado su estilo algunos técnicos estadounidenses: los dos pasos rusos.

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