
Manuel de la Peña Rodríguez-Martín
Escrito por Ruth Holgado
jueves, 13 de marzo de 2008
La mejor prueba de que Windows Vista ha sido un tremendo fracaso para Microsoft es que las primeras noticias sobre su existencia se conocieron incluso antes de que el (por ahora) último sistema operativo de los de Redmond viera la luz.
Apenas dos años después del estreno de Vista, Microsoft podría lanzar la versión beta de Windows 7. ¿Cuándo? Pues según el blog de Mary Jo Foley en Zdnet.com antes de fin de año.
Si los datos son reales, la versión definitiva de Windows 7 podría ver la luz a finales de 2009 o principio de 2010: apenas tres años desde que vio la luz Vista.
Mientras tanto, en Redmond siguen con su nuevo plan publicitario y han lanzado el segundo capítulo de los anuncios que protagonizan el dueto Gates-Senfeld. Cabe recordar que la campaña costará a Microsoft más de 200 millones de euros y que su objetivo es... mejorar la imagen de Vista. Parece que los anuncios no son lo único incomprensible del asunto.
Si se perdieron el primero o fue de los muchos que no pillaron absolutamente nada, aquí tienen la oportunidad de volver a verlo y traducido.
Fuente: el pais.com
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Fernando Alonso ofreció ayer algo de aliento a Flavio Briatore. Consciente de que el español podría abandonar Renault por el pésimo rendimiento que ha ofrecido el R28, el director de la escudería francesa de fórmula 1 encontraría cierto alivio en sus palabras. "Mi idea e ilusión es volver a ganar con Renault, como en 2005 y 2006", afirmó el piloto durante un acto promocional en Madrid.
"Tengo contrato para varios años, pero puedo irme si no se cumplen los objetivos", puntualizó, sin embargo, Alonso. Y es que el pésimo rendimiento este año del R28 -el asturiano, octavo en el Mundial, no ha pisado el podio- es la puerta que podría usar el ovetense para abandonar Renault. No obstante, ayer se mostró esperanzado en que las modificaciones técnicas previstas en 2009 para todos los equipos acorten la distancia que separa al francés de otros como Ferrari o McLaren. "Aún no he visto el prototipo del R29, sólo diseños en ordenador", admitió; "las informaciones son positivas, pero ¿qué equipo admite que su coche no será competitivo? Renault me dirá que el suyo lo es. Así que quedarme dependerá de confiar en lo que me digan determinadas personas".
A cinco carreras de finalizar el Mundial, pocos equipos han confirmado sus pilotos para el próximo año. BMW (uno de los interesados en fichar a Alonso) anunciará los suyos tras el Gran Premio de Monza del domingo. Y Ferrari aún debe decidir si renueva a Kimi Raikkonen más allá del próximo año, cuando se extingue el contrato del finlandés. Si no lo hiciera, Alonso podría continuar un año más en Renault y saltar a la scuderia en 2010. Este fin de semana, de momento, se llega al circuito de Monza, el más rápido y antiguo del Mundial. "Será un mal trago", reconoció el español, consciente de los problemas de potencia que padece su R28.
Fuente: el pais.com
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"Braveheart!". Miraba la grada el encuentro y se filtraba el grito guerrero desde los palcos: "¡Corazón valiente!". Se le escapaba la final, la vida y el orgullo a Andy Murray, el británico ardiente. Sacaba Roger Federer por el partido y Murray se resistía. "Braveheart!", le decían mientras rompía el saque del suizo y luego salvaba un punto decisivo. "Braveheart!", le insistían, como si el escocés llevara falda y fuera el mismísimo William Wallace, el Braveheart de la película, solitario rebelde ante un imposible desafío. "Braveheart!", resonaron los gritos hasta que Federer, imperial, recuperado y reivindicativo, sometió a Murray, conquistó Nueva York y se llevó su quinto título seguido del Abierto de Estados Unidos (6-2, 7-5 y 6-2).
Fue demasiado Federer para Murray. Puesto ante el partido decisivo y arrullado por el rockabilly ochentero de los Stray Cats, el suizo se encontró en terreno conocido. Pocos tenistas han transitado tantas veces como él por el camino que separa la historia de las noticias perecederas. Pocos jugadores han andado tantas veces como él por las pistas centrales en el día decisivo, cuando la Copa, la gloria y el cheque están en juego. Sólo uno, el estadounidense Pete Pistol Sampras, ganador de 14 grandes, ha triunfado más veces que Federer en finales de torneos del Grand Slam.
Desde ayer, Federer está a un solo paso del pistolero. Ya son 13 títulos grandes. Cinco años seguidos conquistando al menos un templo del tenis. Y una vida por delante para confirmar que está tallando en la más prestigiosa de las piedras una carrera a la altura de su leyenda imperecedera.
Sopló el viento en Nueva York esparciendo por la ciudad lo que quedaba en los pulmones de Hanna. La tormenta tropical obligó a jugar la final en lunes, con el sol repartiéndose con la oscuridad la pista y el frío instalándose en la ciudad que nunca duerme. No hubo lleno. Hubo un tenista, Murray, en un estado de forma excepcional, con piernas imponentes, brazos acerados y gorra de todo a 100. Resistió con orgullo. Zarandeado en la última manga, tuvo agallas para resistir la primera carga del campeón por el partido: Federer sacó para coronarse y recibió un sopapo en forma de ruptura.
Federer, sin embargo, no se dejó enredar en la red de Murray. El británico tiene un tablero de ajedrez en la cabeza. Se siente el rey y ve peones en sus rivales. Mezcla malas pulgas y mucho arte. Su combinación de alturas y distancias no impresionó al suizo. Federer ya ha visto de todo. El campeón, de 27 años, zozobró cuando ya mandaba por 2-0 en la segunda manga. Murray le rompió el saque. En su siguiente servicio, con dos juegos iguales, debió afrontar un 0-40. Puede que el tenis agradezca durante mucho tiempo esa situación de extrema tensión. Adiós al funcionario. Bienvenido sea de nuevo el campeón. La temporada de relativa crisis de Federer, saldada por ahora con tres finales grandes, un título en un torneo de Grand Slam y un oro olímpico en dobles, se explica desde la molicie. El suizo lleva un año pegado a la línea de fondo. Ayer, azuzado por Murray, conquistó el segundo set en la red y recordó al tenista imperial, único y genial que mezcla como nadie seda y dinamita. Federer vuelve a ser Federer. Falta la prueba de Rafael Nadal, el número uno. Hasta entonces, Nueva York deja un aviso: el rey ha vuelto.
Fuente: el pais.com
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