viernes, 6 de junio de 2008

461. Las otras Olimpiadas. Precios más altos y menos visados para extranjeros, consecuencias de los Juegos en China.


El nido

Ineludiblemente, a medida que se acerca el 8 de Agosto, fecha de la inauguración de los Juegos Olímpicos, la prensa ha incrementado de forma substancial el número de noticias sobre los Juegos de Pekín, así como las noticias de otra índole que al tener a China como sujeto, ineludiblemente se han relacionado con la cita olímpica.

Así pues, diversos acontecimientos acaecidos durante el presente año han ensombrecido las expectativas depositadas sobre el 8/8/2008 que, de acuerdo con las creencias chinas, debería ser una fecha cargada de buenos augurios (el ocho se considera una cifra que simboliza la buena suerte). Así pues, muchas de las noticias sobre los Juegos Olímpicos o sobre China han venido casi siempre ligadas a otros acontecimientos luctuosos tales como: Tíbet, Terremoto, boicot, descarrilamiento de trenes, etc.

Cómo consecuencia de ello, y con las contadas excepciones de aquellas noticias menores destinadas a reseñar la clasificación o eliminación de tal o cual deportista o selección para la cita olímpica, pocos o ninguno han sido los artículos escritos por los ínclitos corresponsales de la prensa española destinados a informar a los lectores sobre lo que podríamos llamar: "las otras olimpiadas", o lo que vendría a ser lo mismo, el impacto de los Juegos Olímpicos sobre la vida cotidiana de los muchos millones de personas (también de nacionalidad española) que como yo, viven en la ciudad y/o en el país, y específicamente sobre aquellos aspectos de la vida diaria o rutinas laborales que se han visto, en algunos casos, dramáticamente afectadas por la inminencia de los Juegos.

La organización de unos Juegos Olímpicos suele conllevar un buen número de beneficios para los ciudadanos de la ciudad que los organiza (mejoras en las infraestructuras, mejora general de muchos servicios públicos, etc), también ciertos problemas típicos (obras públicas generalizadas, incremento de la contaminación acústica y atmosférica a causa de las obras, etc). El presente artículo, sin pretender suplantar la labor informativa de los excelentes corresponsales acreditados en el país, cuyas vidas cotidianas –me consta- también se han visto agitadas por la coctelera olímpica, simplemente pretende hacer una pequeña reseña de algunos de los obstáculos que Liu Xiang (la estrella más rutilante del deporte olímpico chino, el campeón de los 110 metros vallas) no tendrá que saltar, pero sí el resto de mortales que viven en el país.

Suben precios, bajan visados
Para empezar, es importante destacar que para la mayor parte de ciudadanos chinos, la organización de los Juegos Olímpicos, es un evento que genera muchísmo orgullo nacional y que provoca genuinas y sinceras manifestaciones alegría y satisfacción personal. No son pocos los chinos que al hablar sobre los Juegos usan expresiones del tipo: "nuestros Juegos Olímpicos". Consecuentemente, saquen ustedes sus propias consecuencias sobre el sentimiento que ha generado en la mayoría de los chinos la publicación de noticias relativas a posibles "boicot" por parte de potencias occidentales. Adicionalmente, y en relación al contenido del presente artículo, los lectores deberían discriminar también las, en muchos casos, muy diferentes visiones que tienen los extranjeros sobre los inconvenientes sobre sus vidas cotidianas derivados de los Juegos de las que tienen los locales, que honestamente tienden a considerarlas como un inconveniente necesario para la consecución de un fin mayor.

Hecha esta aclaración, la obstinada realidad, parece demostrar que existen una serie de "obstáculos olímpicos" que están afectando las vidas de los ciudadanos de Pekín. En primer, y más universal obstáculo olímpico (ya que está afectando despiadada y transversalmente tanto a locales como a expatriados y tanto a sectores directamente ligados a los Juegos Olímpicos o al turismo como a sectores totalmente ajenos a los mismos), es la "fiebre del oro". A medida que el ha avanzado el 2008, los precios de gran cantidad de servicios y artículos han entrado en una espiral inflacionista desmedida. Para muchos chinos la cita olímpica se ha convertido en "el Dorado" que les debería permitir vender, revender o alquilar sus posesiones a precios astronómicos (lo que en castellano acertadamente en todos sus sentidos calificaríamos como: "hacer el agosto"). Aunque en algunos casos, la considerable ingenuidad e hiperbólica avaricia de sus perpetradores produce casi ternura escandinava (por aquello del síndrome de Estocolmo), los que han tenido que sufrirla en carnes y bolsillos propios seguramente podrían ser más duros en la adjetivación.

Algunos ejemplos de esta no tan extraña enfermedad, pero si circunstancialmente incómoda variedad china, pueden serlo, por ejemplo los precios de los alquileres (anuales) de apartamentos multiplicados por factores 1,5 o por 2, caseros que rescinden unilateralmente los contratos de alquiler de sus inquilinos para alquilar sus pisos durante los meses de Julio o Agosto, o apart-hoteles que repentinamente anuncian a los huéspedes que se han alojado en ellos durantes meses que durante los meses de Julio y Agosto el alquiler mensual pasará del equivalente a 800€ mensuales al equivalente a 10.000€. También sería un buen ejemplo de ello que muchas de las entradas para los Juegos hayan sido compradas con fines especulativos (a pesar de las muchas medidas que se erigieron para tratar de evitarlo).

El segundo y para muchos expatriados el más dramático obstáculo olímpico, es la renovación de los visados. Bien es cierto que China había aplicado durante mucho tiempo una actitud laxa en la aplicación de sus reglamentos en cuánto a visados y residencia que había permitido a gran número de expatriados residir en el país de forma permanente o semi-permanente con visados de negocios o incluso de turista. Este "status quo" había permitido la aparición de gran número de "agencias" encargadas de la "tramitación y renovación" de los visados así como un substancial incremento de las rentas no declaradas de los funcionarios dedicados a su estampación en los correspondientes pasaportes. Así pues, de forma súbita e inesperada, las autoridades chinas han decidido no renovar más visados y a dificultar de forma considerable la obtención de nuevos visados con lo que gran número de expatriados que no disponían de visado de trabajo han tenido que contemplar soluciones dramáticas como tener que abandonar el país, sus trabajos (generalmente de tipo free-lance, como: profesores de idiomas, redactores, diseñadores, escritores, etc), viviendas, amigos y novios/as, o tratar de obtener a toda costa el deseado visado de trabajo y residencia (pero a precios que los acercan a la simple extorsión).

La variante local de este obstáculo olímpico se concreta con la fáctica deportación de miles de ciudadanos chinos que habitan en la capital sin contar con el correspondiente "hukou" (permiso de residencia local). Esta medida podría no sólo afectar únicamente a los tradicionalmente "damnificados" (léase "reubicados") de las citas olímpicas en cualquier lugar del mundo (léase indigentes, prostitutas, etc), sino que algunas personas temen que también penda sobre las cabezas de trabajadores y estudiantes chinos cuya residencia oficial no está en la capital.

Las razones para estas medidas permanecen inescrutables por cuánto la postura oficial es que no se han producido cambios en los reglamentos, sencillamente se están aplicando los ya existentes. Naturalmente, esta explicación no aclara las causas últimas del cambio, cuánto menos de actitud, pero en diversos círculos se estima probable que la preocupación (probablemente justificada) de las autoridades chinas ante posibles incidentes durante los Juegos Olímpicos, les haya llevado a tomar medidas (absolutamente legítimas por otro lado) que poco tienen que ver con el espíritu olímpico y que sorprendentemente no han sido objeto de debate o excesivo comentario en esferas internacionales (aparentemente más preocupadas por cuestionar la integridad territorial del país).

El tercer obstáculo olímpico digno de mención, es el impacto de algunas de las medidas gubernamentales promovidas para tratar de garantizar unos Juegos Olímpicos formalmente "exitosos" sobre la actividad de empresas y particulares. Algunos ejemplos podrían ser:

El cierre obligado durante los meses previos a los Juegos de empresas contaminantes en un radio de muchos kilómetros alrededor de Pekín. Aunque la medida puede ser saludable para los atletas y para los turistas, parece razonable pensar que difícilmente lo será para las empresas afectadas, para sus trabajadores o para sus clientes.

Otro ejemplo lo podrían ser las nuevas y repentinas normas sobre los envíos postales y de mensajería, que incluyen la obligatoriedad de realizar a cargo del cliente (unos 40€) un examen de seguridad de mercancías potencialmente peligrosas y en la prohibición de enviar gran cantidad de objetos que normalmente se pueden enviar sin problemas.

Un tercer (pero no último) ejemplo lo podría ser la incertidumbre causada por la probable prohibición de circular en días pares los vehículos con matrícula impar sobre, por ejemplo, las empresas del sector de alquiler de vehículos, que en algunos casos (incluso compañías internacionales mundialmente famosas) han propuesto a sus clientes ofertas en las cuales el cliente debe alquilar dos vehículos en lugar de uno (uno con matrícula par y otro con matrícula impar) para poder usar el vehículo adecuado el día pertinente. El atractivo (empresarial) de la oferta está en que el coste de la oferta es el doble del coste de un único vehículo…

En definitiva, uno de los interrogantes, un debate pendiente, que van a dejar los Juegos Olímpicos de Pekín va a ser el antiguo debate sobre la legitimidad de los medios para alcanzar los objetivos deseados trasladado al marco olímpico. Como ven ustedes, nada nuevo bajo el Sol en cuánto a su fondo, aunque un debate posiblemente inacabado en cuánto a su forma (los Juegos Olímpicos). Probablemente, algunos observadores (también yo) aducirán que las claves de este debate –al menos en su algunos de sus aspectos más polémicos- ya se dieron en las citas olímpicas del mundo dividido en bloques de los años 80 y 90 y que en cualquier caso, al mundo actual parece resultarle más fácil poner en el punto de mira a China que a otras potencias. En cualquier caso, este no sería el objetivo del presente artículo.

Fuente: la vanguardia.es

ENLACE:

222. Temen un atentado radioactivo en Pekín. Los intentos de terroristas por adquirir material atómico ha desatado todas las alarmas.

2 comentarios:

  1. Anónimo6/08/2008

    Que asco de mundo estamos viviendo,
    recuerdo Munich, pero ahora con aviso.
    BESITOS

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  2. Anónimo6/08/2008

    Es imprevisible lo que puede pasar, los medios de comunicación enseguida nos informan, a veces creo que se inventan las noticias y nos asustan un poco, o bastante...
    Besitos

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