domingo, 20 de diciembre de 2009

5126. Ángeles Barreiro, una atleta imbatida. La deportista coruñesa, ya retirada, logró en 1993 el récord de España de lanzamiento de disco femenino.


Ángeles Barreiro sujeta un disco en la Escuela de Lanzadores, a donde sigue yendo a entrenar. 
Foto: EDUARDO PÉREZ (lavozdegalicia.es)


La deportista coruñesa, ya retirada, logró en 1993 el récord de España de lanzamiento de disco femenino con unos 60,56 metros que no han sido superados.



Fernando Molezún
De la Escuela de Lanzamientos de A Coruña -esa particular fábrica de medallas ubicada en un pequeño local del pabellón de Riazor- han salido grandes deportistas de élite. Pero pocos como Ángeles Barreiro. Es la atleta más destacada que ha tenido esta ciudad. Su palmarés incluye, entre un sinfín de méritos, el haber sido olímpica en Barcelona y 58 veces internacional; suyas son dos platas y un bronce en los Juegos Iberoamericanos, y un total de once campeonatos de España en categoría absoluta. Pero, por lo que es sin duda recordada, es por los 60,56 metros a los que lanzó el disco en Ferrol en el año 1993 marcando un récord nacional que todavía está esperando ser batido.
«Ya no tengo nada que demostrar. Los que vengan detrás, que espabilen», afirma entre risas la lanzadora, ya retirada del deporte de élite a sus 46 años y con dos hernias discales. Aunque no ha dejado de pasar por la Escuela de Lanzamientos, su segunda casa, al fin y al cabo, en la que pasó gran parte de su vida. «Estudiaba en el Eusebio da Guarda y me encantaba el deporte. Era la única niña que participaba con los chicos. La profesora vio en mí ciertas aptitudes y me puso en contacto con entrenadores de atletismo. Así es como di con Raimundo Fernández, cuando tenía 13 años, y que fue mi preparador durante casi toda mi carrera», recuerda la atleta. Este se hizo cargo de sus entrenamientos: «Hubo años de siete horas diarias, muy duro. Pero los éxitos terminan llegando. Hay momentos en los que piensas que las piernas no dan más de sí, pero una vez superas ese momento débil, ya van solas. Ese es el deporte de alta competición», apunta Ángeles.
Su primera marca fue de unos modestos 28 metros, pero la hizo con 14 años: «A mí me gustaba esto, y debía de tener alguna cualidad, porque no se me daba mal», asegura con modestia. A los 15 años de edad ya estaba participando en un encuentro internacional y el tesón y su capacidad de sacrificio la convirtieron en la primera española en pasar de los 60 metros y en 1992 batió hasta cinco veces el récord de España.
«Parecía no tener límite», afirma su entrenador, que recuerda el día en que le comunicaron que la lanzadora Sonia Godall le había arrebatado un récord de España: «Estaba leyendo el periódico cuando le dimos la noticia. Levantó la cabeza, tranquila, y preguntó: ''¿Cuando tengo la próxima prueba?''. ''El sábado'', le respondí. ''Pues que lo disfrute, porque eso es lo que le va a durar'', dijo convencida. Y así fue, el sábado siguiente recuperó el récord. Así de segura estaba».
El secreto, según Ángeles, estaba más en la cabeza que en sus brazos: «Cuando salía a la pista competía conmigo misma. Yo era la rival a la que debía superar. Así que en competición me concentraba y no hablaba con nadie. Fuera, tenía muy buenas amigas entre las lanzadoras, pero en el estadio...», explica la atleta.
«Fuera de serie»
A los 42 años dejó el deporte profesional, después de una carrera sin parangón a nivel estatal: «Vi que ya no podía superarme. Y la cabeza me daba vueltas de tanto disco», afirma. Sigue acudiendo al pabellón de Riazor, donde reparte consejos entre los jóvenes atletas que la veneran como a la leyenda que es del deporte coruñés y nacional. No solo sus 60,56 metros, sino su conjunto de logros no han sido igualados hasta la fecha.
«Una fuera de serie», resume su entrenador, a la que no le falta quien la proponga para formar parte del mutante callejero coruñés. Méritos, a la vista está, le sobran.

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10. Caminaba de pared a pared con paso tenaz, inquieto, con las manos en la espalda, la cabeza hacía delante, inmerso en sus pensamientos.

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