sábado, 19 de abril de 2008

Minipelículas de la lucha de clases. Basilio Martín Patino recrea en una videoinstalación un conflicto laboral ocurrido en Salamanca en 1901.


Fotogramas de la exposición Espejos en la niebla, de Basilio Martín Patino

Salamanca, comienzos del siglo XX. Pasión, lucha de clases, catolicismo recalcitrante y unos terratenientes despóticos -la familia Luna Terrero- que ordenan la expulsión de sus renteros para evitar la íntima relación entre la hija del señor y un mozo de labranza. De un día para otro, y con la excusa del retraso en el pago de la renta, varias generaciones de una familia de jornaleros tuvieron que recoger sus bártulos y peregrinar en busca de otro lugar donde instalarse. Entonces, la hija del terrateniente, conocida como Bebé, juró que jamás se casaría y pasó el resto de su vida entre amantes y escándalos.

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Lo que podría ser el guión de una telenovela actual sucedió en torno a 1901 en Vitigudino (Salamanca) y se convierte ahora en la exposición Espejos en la niebla, que inauguró ayer el cineasta Basilio Martín Patino en el Círculo de Bellas Artes.

"El cine no debería limitarse a una sala oscura con butacas. Creo que hay que ir más allá, experimentar, sacarlo fuera y narrar de forma no lineal", explica el autor de clásicos como Nueve cartas a Berta o Canciones para después de una guerra, que ha instalado ocho videoproyecciones cortas en ocho celdas transparentes donde el espectador puede entrar y salir, en el orden que prefiera, para formar su propia historia.

Las pantallas reflejan, de forma simultánea, retazos de películas de la época, fotogramas coloreados, escenas en blanco y negro de los años veinte -incluidas reuniones de personajes históricos como el duque de Medinaceli, el duque de Alba o el conde de Romanones-, fotografías viejas, ruinas actuales de lo que fue el palacete de los terratenientes y entrevistas recientes a los descendientes de los renteros desahuciados.

Campesinos libres

"Contar lo que pasó como una película de principio, nudo y desenlace no tenía sentido porque el trasfondo era mucho más rico. Ésta es la historia de la lucha de clases, de unos campesinos desterrados que levantaron un pueblo desde cero, pidiendo créditos para comprar tierras y material. Pasaron penurias, pero consiguieron liberarse de sus dueños para ser dueños de sí mismos", explica Martín Patino, que se ha inspirado en el libro autobiográfico Centenares, de Macu Vicente, descendiente de aquella familia de renteros.

"Aquellos hombres y mujeres serían lo más parecido a los cuáqueros, muy cristianos y austeros, que en el siglo XX vivían sin luz y con el agua que extraían de un pozo a kilómetros. Cuando hoy hablan de aquella época no lo hacen con amargura, se ríen, han avanzado y sus nietos van a la universidad", añade el realizador.

La exposición se completa con carteles de películas como La aldea maldita, sillas y mesas que recrean un salón de aquel palacio de oligarcas y una colección de objetos de ambas familias. Por un lado, se pueden ver reliquias religiosas, periódicos de la época, el álbum de fotos personal de la Bebé, cubiertos de mesa, el documento que ordena el desahucio de los renteros y cartas manuscritas de los pretendientes de la joven burguesa.

Espejos en la niebla, de Basilio Martín Patino. Producido por La Linterna Mágica y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Círculo de Bellas Artes (Alcalá, 42). Hasta el 8 de junio. www.circulobellasartes.com

(publicado en el pais.com)

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